La nueva arquitectura.

Estamos viviendo un momento histórico, un punto de inflexión que cambiará nuestra forma de vivir y las prioridades individuales y colectivas. Esta pandemia ha hecho que nos replanteemos nuestro día a día y si las ciudades en las que vivimos están preparadas para acoger al ser humano.

El coronavirus nos ha obligado a trabajar desde casa y que tengamos que vernos a través de una pantalla. Hemos descubierto que no es necesario hacer una hora y media de viaje o coger un avión para tener una reunión. Gracias a una videollamada podemos ahorrarnos mucho tiempo y dinero, lo que nos hará más eficientes y más competitivos.

También hemos aprendido que no es necesario ir a una oficina ocho horas al día para realizar nuestro trabajo. A lo que hemos hecho estos días no se le puede llamar teletrabajo, intentar realizar una tarea con toda la familia en casa no es teletrabajo, es malabarismo. En la nueva normalidad, muchas personas ya no dejaran el teletrabajo y solo pasaran por la oficina dos veces a la semana.

Esto provoca una nueva forma de vida, ya no será necesario vivir en grandes ciudades para asistir al trabajo o disfrutar de cualquier servicio. Estamos antes una oportunidad para el medio rural, donde, según Fotocasa, ha aumentado un 50% la búsqueda de vivienda.

Una persona que trabaje físicamente dos días a la semana en una oficina y el resto del tiempo lo pase en su casa buscará un entorno más cómodo y más saludable, pero para sus viajes querrá una distancia razonable en minutos, y no en kilómetros, de 90 minutos máximo. Los pueblos que todavía no tengan una buena conexión a internet o no estén bien comunicados por carretera a la ciudad más próxima, están en clara desventaja.

En las grandes urbes se trabajará para construir una ciudad distribuida, dejando atrás la idea de expandir ciudades desde el centro a su periferia y comenzando a organizar las ciudades en barrios que satisfagan las necesidades de sus habitantes. Donde cualquier persona, sin importar su edad, pueda acceder a cualquier servicio urbano en un máximo de 15 minutos. Muchas slow cities conectadas entre si por avenidas, transporte público y redes digitales. Vicente Guallart habla en este hilo sobre como Barcelona lleva años trabajando en una ciudad de diez minutos.

“Hay un número tan elevado de grandes ciudades en el mundo, que las personas que las habitan viven más aisladas que nunca” Toyo Ito.

Hasta luego.

Borja.