Corría el año 2010, Amazon estaba en plena expansión y era el gran enemigo contra el que luchaban todos los comercios.
En aquella época, a nadie se le pasaba por la cabeza vender en Amazon. Solo queríamos tener nuestra propia web y vender en ella para luchar contra el gran gigante de la venta online.
Pero hubo un pequeño grupo de gente que sí supo sacar partido de aquella situación.
Durante aquellos años no había curso que se preciara sin su buena dosis de autónomo o empresario resentido. Ni su profesor que lo único que quería era darse a conocer para que sus alumnos le contrataran.
Nos vendieron que teníamos que tener una web para tener presencia en internet, que ese era el escaparate en el que cualquier persona del mundo podía vernos y así vender más allá de nuestro barrio o pueblo.
Pero nada más lejos de la realidad.
Podíamos vender en todo el mundo, sí. Pero no nos dijeron que también competimos contra todo el mundo.
No nos contaron que para aparecer en los primeros puestos de Google había que invertir en publicidad, hacer buenas fotos, crear buenos textos, tener un blog actualizado con contenido interesante para los usuarios, gestionar las redes sociales y hacer publicidad en ellas, tener una buena logística y un largo etcétera.
Algunos lo intentaron y no les salió del todo bien. Otros nos dimos cuenta tarde.
Nos dijeron que teníamos que tener una web para tener presencia en internet y nos estaban mintiendo.
La historia era más complicada.
Hasta luego.
Borja.